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Mostrando entradas de abril, 2022

MI VIDA DE AMARILLO 35.

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Tropecé con un cacharro metálico. No sé en donde tenía la mente, pero lo cierto es que no lo vi, y como no quería caerme, hice lo posible para recuperar el equilibrio. No hubo remedio. Me di de bruces contra el suelo. Estaba solo en un rincón absurdo del hospital, y nadie me vio. Me recompuse lo más rápido que pude y maldije mi torpeza. No me había pasado gran cosa, tan solo un pequeño rasguño en un codo y otro en una rodilla. Comienzo a andar para continuar con mis tareas. Hoy estoy en la planta de traumatología, y todo son idas y venidas. Que si llevo a un paciente a una radiografía, que si a otro a una ecografía, otra radiografía, y otro escáner, y otro y otro… y que si levanto a un recién operado de una pierna, que si aseamos a una paciente recién operada de la cadera, que si llevo una analítica al laboratorio, que si llevo una petición de sangre al banco de sangre; un paciente que recibe el alta y hay que llevarlo en silla de ruedas hasta la puerta, otro que acaba de salir del q...

MI VIDA DE AMARILLO 34.

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  Tomás ha vuelto al hospital. Tomás es un paciente que estuvo ingresado casi dos años con nosotros. No sé de nadie que haya estado tanto tiempo. Todos le conocemos, aunque es cierto que tiene un carácter dificilillo de tratar, y no siempre es fácil prestarle la atención que reclama, sin que a uno le afecte. Tiene algo más de sesenta años y desde hace muchos, no sé cuántos exactamente, no puede moverse de cintura para arriba, entre otras dolencias con las que imagino, y siento, que se debe hacer muy difícil llevar la vida. Durante su larga y anterior estancia en el hospital,   comprobé, a pesar de sus dolencias y que como digo era complicado satisfacer todas sus exigencias o mejor dicho, la manera de solicitar la satisfacción de todas sus necesidades, que es un hombre que tiene o tenía una cierta dosis de un humor muy peculiar a la hora de relacionarse con sanitarios y otros pacientes; y lo cierto es que a mí me tocó tratarlo con bastante frecuencia, por lo que tuvimos ocasi...

MI VIDA DE AMARILLO 33.

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  El último concierto que vio y escuchó Luis Evaristo fue desde su cama en el hospital, gracias a que ese día era gratis ver la tele en las habitaciones de la planta de paliativos.   Luis Evaristo ha vivido algo más de 80 años. Los últimos nueve meses los ha pasado con nosotros esperando la muerte sin salir de su habitación. Fue músico. Tocaba el clarinete y fue un don Juan toda su vida. A sus ochentitantos años, ingresado en nuestro hospital, con su cuerpo consumiéndose poco a poco, mantenía sus ojillos saltones y su mirada traviesa. Gustaba de piropear a toda señora o señorita que entrara en su habitación, con gracia, salero y su sonrisa pícara bajo su gran nariz puntiaguda, que había paseado por casi todo el mundo tocando el clarinete… y todo lo que pudo… -“A mí es que siempre me ha gustado mucho tocar”- decía entre risitas. Pero no había maldad ni doblez en sus chascarrillos y ocurrencias, siempre conseguía la complicidad de cuantos le atendíamos, tanto hombres como ...