MI VIDA DE AMARILLO 1.
Soy Juan Alberto López.
Actor. Soy Juan Alberto López, celador sanitario. Actualmente trabajo en un
hospital público. En realidad llevo ya un par de años trabajando de forma
intermitente en distintos hospitales. Comencé a hacerlo porque después de
haberme dedicado durante casi cuarenta años a mi primera profesión, la de
actor, sentí la necesidad de buscarme una segunda actividad profesional que me
permitiera subsistir, ya que por diversas razones, que sinceramente no termino
de identificar, desde hace unos años y poco a poco, han ido dejando de contar
conmigo las productoras audiovisuales, los directores de casting y la gente de
teatro en general. Intenté resistir con lo que quedaba de mi propia compañía
teatral, cuyo proyecto había terminado hecho pedazos por los efectos de la
anterior “crisis económica de 2008”, pero finalmente terminé cargado de deudas
y de múltiples problemas.
Yo soy actor por vocación
desde mi infancia, y para perseguir mi sueño me formé y me esforcé desde muy jovencito;
pues ya desde niño elegí desarrollar ésta, mi primera vocación profesional, de
entre las otras tres, porque era la que mayor motivación me suscitaba. Sí, soy
afortunado en ese sentido: desde siempre sentí inclinación vocacional por
cuatro profesiones diferentes: Interpretar, escribir, ayudar a sanar y enseñar.
Sin embargo, la pasión por interpretar personajes que viven una ficción
dramática para expresar ideas, contar historias, sugerir revoluciones, divertir
al público, provocar reflexión, hacer reír y hacer llorar, habitar los sueños,
soñar despierto y hacer de la poesía una vida paralela a la realidad, siempre
aventajó con gran diferencia al resto de las profesiones por las que, como
digo, también siento vocación.
Cuando me quedé sin blanca y
tuve que buscarme una nueva forma de ganarme la vida, volví a pensar en la
sanidad. Desde que estaba en primaria empecé a decir que quería ser médico;
pero ese momento nunca llegó porque desde muy pronto lo aposté todo a un solo
caballo: Juan Alberto López, Actor.
La crisis que comencé hace
ya unos años me hizo recordar aquella ilusión del niño que soñaba con estudiar
para algún día poder ayudar a sanar a los enfermos, velar por la salud de la
gente, curar heridas y abrazar a quien más lo necesitara; pero entonces ya no
era un niño…
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