MI VIDA DE AMARILLO 7.

 

“Isi” es una señora que nació en los estertores de nuestra puñetera guerra civil, y hoy aún presume coqueta su media melena rubia que luce brillante desde que ayer se la lavara con un lava-cabezas hinchable que, por suerte, pudo conseguir una compañera.

Isi se empeña en llamarme “Pepe” e ignoro el porqué; insiste en ello a pesar de que yo le insisto: -Que no soy Pepe, Isi, que me llamo Alberto- , y ella me replica: -Ya lo sé, ¡¡Alberto!!-.

Isi me confesó que estaba muy aburrida y yo le dije que podía ponerle la tele, que ahora es gratis (menos mal!!), para que se pueda entretener un rato. Pero resulta que a ella no le gusta ver la tele, que lo que le gusta es leer, de vez en cuando me dice… -¿Quiere que llame a la biblioteca del hospital y pregunto si le pueden ofrecer algún libro?- le pregunto. –No, no, a mí lo que me gustan son las revistas más que nada… Y COMO MIS HIJAS NO ME LAS TRAEN…- (Escribo estas últimas letras en mayúsculas porque noto un rotundo tono de recriminación. Isi tiene unos ojos de mirada contundente, los abre mucho e impone respeto, incluso autoridad.)


En la misma planta donde tenemos a Isi, hay otra paciente que tiene en su habitación una pequeña colección de revistas de esas donde salen los famosos y esa gente de bien…(que por cierto, no sé de dónde las habrá sacado), así que voy, y le pido una prestada, a lo que la “coleccionista” accede encantada; se la llevo a “Isi”, y al verla abre aún más los ojos, me mira con rigor, y entiendo enseguida que la revistita no le hace ninguna gracia a Isi. Está muy malita, pero parece que tuviera energía para aniquilarme con su mirada…

-Es que a mí las que me gustan son las de moda, hombre, Pepe, parece mentira…-. Entonces le pido disculpas a mi paciente y hago además de volvérmela a llevar, pero ella me reprende: -Bueno, mira, leerla no, pero la veré un poco- me dice Isi.

Al parecer, resulta que Isi durante muchos años se dedicó a diseñar y coser ropa para firmas muy importantes, y al enterarme comprendo por qué ese gusto por las revistas de moda, y por la preferencia de “ver” más que el de “leer” el número del “Hola” que le había llevado. Entonces aprovecho un momento que le ponto un camisón limpio para gastarle una broma:

-Cuidadito, Isi, no vaya usted a romperlo, que ya me he enterado que usted no sabe coser…-. Isi me vuelve a mirar con sus ojos desencajados llenos de indignación y muy seria me pregunta que quién me ha dicho eso, que “de eso nada”… Y yo me hago el tonto porque quiero darme y darle el placer de regalarme el oído y le dejo caer con cara de gilipollas:

 -Si ya sé que usted fue costurera…-

-¡Cómo costurera! ¡De eso nada! ¡Yo he trabajado toda mi vida en “Alta Costura” que no es lo mismo! ¡¿Qué es eso de costurera?! ¡Qué cosa más fea!-

Y me cuenta que trabajó para tal y para cual… nombres que fueron muy relevantes en el mundo de la moda de hace años, creo, a nivel nacional e internacional. Y entonces, se me ocurre decirle, como para reconciliarme con Isi, que el día 25 tengo un evento importante, que me encantaría que ella me hiciera un esmoquin o un traje a medida… algo elegante; pero que me lo tendría que dejar baratito, que aunque se trata del estreno de una peli donde yo hice un papel co-protagonista, la verdad es que no tengo una economía muy boyante… Y entonces, Isi, aún me mira más seria y me dice: -Tú vas a ir el más elegante de todos los que vayan a ese evento, te lo digo yo, te voy a vestir yo… y de cobrarte, nada. ¡Eso te lo regalo yo!-

La fecha del 25 de marzo ya se había pasado, y por supuesto, el referido estreno lógicamente se había suspendido, pero Isi no sabía nada de eso, y al despedirme aquel día de ella, me sonrió y me llamó por mi nombre: -Hasta mañana, Alberto, guapo!-

 

 

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