MI VIDA DE AMARILLO 5.
No es lo mismo entrar en una habitación donde yace un paciente contagiado por el puñetero virus este, que subir a un escenario o entrar en un set de rodaje. No, no es lo mismo. Mido 1,94 m de altura y peso unos 92 Kg. Vamos, que como diría una que yo me sé: “Tengo buena planta”; pero ¿qué pasa? Que como en nuestro país no abunda mucho la altura entre las compañeras y compañeros de nuestra profesión, en multitud de ocasiones he tenido problemillas: que si los iluminadores temen desaforar, que si el prota o la prota con la que me toca trabajar se siente de alguna manera “perjudicado” al actuar en la misma escena que yo, que si un tres cuartos lo he tenido que usar como americana o en lugar de salir en una escena con librea, lo he tenido que hacer directamente en chaleco porque la susodicha prenda no daba más talla; la gorra de policía en la mano o bajo el brazo porque la que se me facilitaba podría encasquetarse fácilmente en la cabecita de algún habitante de Lilliput, pero en la mía