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MI VIDA DE AMARILLO 32.

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  Waldo es un enfermero que trabajaba en el mismo hospital que yo. Muchas veces hemos coincidido en la planta donde él estaba asignado y disfruté con su profesionalidad, su empatía para con los pacientes y su amabilidad. Un hombre más bien callado, atento y de escasa gesticulación; pero siempre dispuesto a atender con humanidad y respeto tanto a sus compañeros como a sus enfermos, y a establecer una conversación sencilla y amable. En cierta ocasión me ayudó con una especie de forúnculo que me salió en un muslo, y que me tuvo mosqueado durante un tiempo, y él me tranquilizó dándome consejos para tratarlo. Era raro verle sonreír, pero nunca dudé que me encontraba ante alguien con vocación sanitaria y una buena persona. Luchó en el hospital durante las peores crisis motivadas por las primeras olas de la pandemia, y en cierta ocasión me comentó que su mujer estaba muy enferma, y que debía emplear mucho tiempo y esfuerzo en su cuidado; aunque en aquel tiempo nunca supe la enfermedad que

MI VIDA DE AMARILLO 31.

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  ¿Qué pasaría si, de pronto, comenzara un incendio en el hospital? Los bomberos pueden tardar minutos en llegar, pero resulta que esos primeros minutos son suficientes para que un conato de incendio, como una papelera prendida, el sillón de un paciente o cualquier otra cosa que por cualquier motivo empezara a arder, se convierta en una tragedia de dimensiones y consecuencias lamentables. Pues acabo de aprender lo siguiente: Los responsables de sofocar esos principios de incendio son los integrantes del “Equipo de intervención”. Y ¿quién está en ese equipo? Yo.   No sólo yo, a ver, esto es como en la pandemia y como en la guerra: la tropa va delante. Y así mismo, los responsables de anticiparse en esas situaciones de emergencia durante los minutos decisivos y previos a la llegada del cuerpo de bomberos; sofocando el comienzo de un incendio o incluso rescatando algún paciente, familiar o compañero, que por cualquier circunstancia se hubiera quedado atrapado, somos los de mantenimi

MI VIDA DE AMARILLO 30.

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  Sus ojos eran poesía con la que se despedía de mí para siempre. Aquella última mirada fue un poema que me dedicó Carlos antes de irse. Mirar de frente a la poesía misma, reconocerla viva y frente a mí, fue lo mismo que encontrarme cara a cara con la muerte. Fue como una ola grande en la orilla del mar, que te golpea en la cara y te arrastra todo el cuerpo. Carlos era un paciente con el que charlaba en francés por las tardes durante mis visitas a su habitación. Bueno, miento, porque lo poco que ya recuerdo del francés que aprendí en el colegio, y que apenas he practicado a lo largo de mi vida, sólo me permite chapurrear frases sueltas, casi incomprensibles, y repetir las pocas palabras que recuerdo por aquí y por allá… pero a Carlos y a mí, nos parecía una charla en francés, o mejor dicho, disfrutábamos jugando a que lo era… Este juego de “hablar en francés”, siempre ante la perplejidad de mis compañeros sanitarios, comenzó porque un día me contó Carlos que años atrás había corr

MI VIDA DE AMARILLO 29.

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  Bajo de la planta al retén de celadores para tomar un pequeño refrigerio y despejarme un poco de la tensión en la planta, que la noche se hace larga; pero me llaman y tengo que volver de inmediato para una urgencia. Me han dicho el número de la habitación donde se ha producido la incidencia y me dirijo allí directamente. Al entrar me encuentro a una señora desnuda en el baño, sentada en el retrete. La señora es de una cierta edad avanzada. Se ha levantado de la cama ella sola y ha salido de la habitación. Una auxiliar se la ha encontrado en el pasillo, y cuando han querido devolverla a su cama entre varios compañeros, la señora se ha empeñado en que quería ir al baño y ahora no quiere levantarse de la taza del váter.   Dos de mis compañeras permanecen junto a ella sin saber qué hacer. La señora tiene la cara blanca y se siente totalmente contrariada. Hacemos lo posible para convencerla y por fin conseguimos volverla a su cama. Una de las enfermeras recuerda que tiene pautada la s

MI VIDA DE AMARILLO 28.

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  ¿Qué pasaría si un actor se quedara atrapado para siempre  en la interpretación de un personaje?   En su tiempo, en sus modos, en su voz, en su cuerpo…

MI VIDA DE AMARILLO 27.

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  ¿Soy un esclavo?   Quiero vivir en contacto con la naturaleza; quiero pisar escenarios; quiero vivir mis sueños.   Desde niño deseé ser actor. No sólo lo soñé; fue real. Estudié, investigué, busqué, tuve paciencia, fuerza y perseverancia… He trabajado como actor desde los 17 años… ¿y ahora?   Siento cadenas que me atan los pies y las manos y los ojos. Siento cadenas apretándome el cerebro. Confundo las mascarillas con el maquillaje, las camas de hospital con escenarios; las puertas con cámaras y las sonrisas de los pacientes, las acojo como aplausos.   Trabajar para sobrevivir. Vivir sin trabajar.   Soy un esclavo. ¿Por amor? Tal vez lo sea por amor.

MI VIDA DE AMARILLO 26.

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  Es de noche. Estoy cansado. Termino la vuelta con los pacientes que lleva una de las auxiliares de la planta que me corresponde hoy y comienzo con la siguiente. Ella me está esperando inquieta y agitada en la puerta de la habitación. Al verme llegar, ella entra delante de mí con un mal gesto y como metiéndome prisa. Al entrar apurado, justo detrás de ella, la veo azotar con la mano al paciente del fondo junto a la ventana de la habitación. La auxiliar azota al paciente, le ofende y le regaña. -¿Qué hago? ¿Le llamo la atención a mi compañera?- me pregunto agobiado. La situación es tensa, y en ese momento no sé qué hacer al respecto. El paciente ha tenido una tremenda diarrea y está bañado en mierda. Se ha abierto él mismo el pañal y se ha embadurnado las manos, la cara, las sábanas… la cama entera. Son las tantas de la madrugada y hay que asear al paciente por completo y cambiar toda la ropa de cama. Mi compañera sigue increpando al paciente. Yo me encargo de movilizarlo con

MI VIDA DE AMARILLO 25.

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  Durante el verano siempre se aprovecha para hacer algunas reformas en el hospital y mejorar el estado de alguna de las plantas; por lo que como es necesario desalojar alguna, se suele trastocar todo un poco. Este año se han visto afectados por este motivo, principalmente, los pacientes crónicos y los de medicina interna, y al ir reubicando a unos y a otros, a veces se dan combinaciones muy curiosas… Hoy he estado trabajando en una planta de pacientes “reubicados”, y al ir recorriéndola para atenderlos, me encuentro con una combinación tan curiosa que me da la sensación de estar en un mal sueño, en el rodaje de una película o, si me apuras, en un demencial espectáculo que tal vez podría titularse algo así como “El túnel de la regresión”… Isabelita tiene a su madre ingresada desde hace meses. En cuanto llega por la mañana, le da los buenos días a su mamá y le anima para que haga caca. -Venga, “bebé”, si tienes ganas, aprovecha ahora. Aprieta, “bebé”…- “Bebé”; así llama Isabel

MI VIDA DE AMARILLO 24.

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  Hoy me toca llevar el control de acceso para la vacunación. Como es domingo y estamos en agosto, me parece que voy a tener una mañana tranquila. Será que los citados para hoy han preferido irse a la playa o que han decidido pasar de su cita en nuestro hospital y prefieren vacunarse ahí cerca, donde no hace falta cita y te pinchan a cualquier hora. No lo sé… El caso es que, como estoy tranquilo, tengo tiempo para escribir mis notas y facilitarme luego la tarea de contar cosas que me pasan en este trabajo… Un caballero de edad avanzada se me acerca. Yo diría que puede pasar de los 70 años de edad, por eso me extraña cuando me pregunta que si su madre, a la que no veo, se puede vacunar. Como nota mi perplejidad, a pesar de que intento disimularla, me explica que su madre viene detrás, a paso más lento. Que no quería vacunarse, pero que hace unos días falleció un hermano suyo de COVID, y que ha cambiado de opinión sobre el tema. Entonces la madre aparece caminando torpemente con la

MI VIDA DE AMARILLO 23.

  Como hoy se celebra el día de las actrices y los actores, esta tarde he felicitado con cariño a una veterana compañera que tenemos en el hospital. No sé si me ha oído. Quiero creer que sí... Ha pasado mala tarde y ahora mismo acabo de despedirla.   Perdonadme la tristeza. Necesitaba escribirlo.   Espero que descanse en Paz.

MI VIDA DE AMARILLO 22.

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  Esta semana me toca atender a los pacientes de la Unidad de cuidados paliativos. El jueves pasado trabajé en turno de mañana, y cuando bajé de la planta para disfrutar de mi ratito de descanso y tomar el desayuno, una enfermera me pidió que aprovechara para bajarme tres autorizaciones de nuevos ingresos que debía entregar en el despacho de admisión, pues me queda justo al lado de donde suelo desayunar. Casi siempre que me encargo de transportar estas autorizaciones, suelo fijarme por curiosidad en los nombres y apellidos de los nuevos pacientes que van a ser ingresados en el hospital. Supongo que aquella mañana sentía más apetito que curiosidad, y no me llamó la atención ninguno de los nombres que figuraban en aquellos papeles. Desde que se entrega en admisión la autorización para el ingreso de un paciente, hasta que éste llega a nuestro hospital, suelen transcurrir como mínimo unas horas; pero en esta ocasión fue todo mucho más rápido, pues estaba aún sin terminar mi tentempié ma

MI VIDA DE AMARILLO 21.

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  En la pasada noche solo quedaban en nuestro hospital dos pacientes covid. No sé si cuando a Francisco y a Luis les den el alta o se despidan de nosotros de otra forma mucho más dramática, volverán a ingresar otros pacientes afectados por esta horrible pandemia. No lo sé con seguridad, pero creo que no. Creo que volveremos a la normalidad de nuestro hospital; a recibir los pacientes habituales que teníamos antes de que comenzara todo esto. Para mí ha sido una experiencia dramática, donde he vivido momentos y emociones que se quedarán en mi memoria para siempre. Horror, sufrimiento, solidaridad, pena, tristeza, impotencia, emergencia, incomprensión, amor, dolor, agonía, amargura, locura, ternura, asco, confusión, alegría, esperanza, soledad, miedo, incertidumbre... Creo que no seguiré publicando aquí más partes de "Mi vida de amarillo", aunque también presiento que mientras continúe asistiendo a pacientes, seguiré sintiendo la necesidad de seguir expresando por escrito la

MI VIDA DE AMARILLO 20.

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  Isi ya está en el cielo. Con su media melena rubia impecable y sus ochenta años, aparece resplandeciente en mi sueño de anoche. Su mirada sigue siendo tan contundente como cuando se enfadaba conmigo en vida; abriendo los ojos desmesuradamente, tanto, que parece que me va a atravesar con la mirada… Isi, pletórica de energía, me pregunta: -¿Quién te hizo el traje con el que fuiste al estreno de tu película? – -¿Quién te hizo ese traje?- Insiste… -Lo compré- le respondo con dificultad… (siempre me cuesta hablar en mis sueños) y ella se enfada aún más… -¡¿No te dije que yo te haría un esmoquin perfecto?! Te dije que te lo haría YO, y que te lo regalaría YO, y que tú ibas a ser el más elegante de todos… en ese estreno… ¿Por qué no me avisaste?- Isi fue una paciente a la que atendí hace meses, en pleno pico de la crisis de la pandemia, en el hospital donde trabajo como celador sanitario. Ella, que toda la vida había trabajado como diseñadora de alta costura, me había prometid

MI VIDA DE AMARILLO 19.

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Tristeza. Siento tristeza porque se han cumplido mis temores. Otra vez el "buzo" de protección. Otra vez enfermos sufriendo demasiado; otra vez cansancio entre mis compañeros... Otra vez el insomnio... Y otra vez, pesadillas cuando duermo... Siento tristeza al ver fotos y fotos de amigos, y personas muy cercanas a mí, posando sin mascarillas... Siento tristeza al comprobar que cada uno interpreta todo esto a su manera... Tristeza por la ausencia de empatía... Tristeza es la mascarilla. En ti. Y en mí. Tristeza al recordar a Gabriela, que nos pide que la levantemos de la cama; el médico da su consentimiento, y al día siguiente nos deja para siempre... Tristeza por la autocomplacencia, la petulancia, los desencuentros... Y me sigo sintiendo un marciano. Un marciano triste entre extraños y una pandemia... Quiero volver a los escenarios, no quiero volver a representar el papel del "doctor Alberto" para que Josefa nos permita sujetarla y asearla... Y que prop

MI VIDA DE AMARILLO 18.

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  En el hospital en el que trabajo ya volvemos a tener una planta llena de pacientes contagiados por el virus fatídico. Comenzó a ocuparse con un señor mayor, paciente en paliativos, a quien contagió alguna de sus visitas, a pesar de todas las medidas de prevención y las advertencias, y hubo que trasladarle a la planta que hasta entonces esperaba vacía, reservada por si hacía falta para posibles ingresos de COVID. Días más tarde, este paciente falleció… Posteriormente se fue llenando el ala A de dicha planta con pacientes contagiados. La mayoría de ellos han ido llegando de otros hospitales que se van saturando y que por diversos motivos solicitan sus traslados a nuestro hospital. Ya me ha tocado volver a estar “en el frente”… y en esta ocasión la emoción que más he experimentado al volver a esa situación ha sido la tristeza. Una honda tristeza que aún me dura, pese a que la vida me compensa con otras experiencias completamente distintas… pero esa tristeza persiste en mi alma sin